2 ó tres semanas antes del parto se llevarán a cabo las últimas pruebas.
Estas pruebas tienen como objetivo realizar una último control del estado de la madre mediante una analítica de sangre para ver como está y de cara a la administración de la epidural durante el parto y a controlar la evolución del feto.
Las pruebas consisten en:
1. Analítica de sangre.
2. Cultivo de flujo vaginal y de heces: Esta prueba consiste en la introducción de un pequeño palito de madera (tipo como los que utilizan en CSI) para hacer un frotis y recoger muestras para el cultivo. Es totalmente inocuo e indoloro. El objetivo es detectar si existe una posible infección por estreptococos ya que si fuera así, la madre podría contagiar al bebé durante el parto.
En caso que exista infección, no debés preocuparte. En el momento del parto, en el mismo lugar donde te pondrán la vía, te administrarán antibiótico para evitar el contagio.
3. Ecografía para ver la posición del bebé.
4. Monitorización fetal (las correas): consiste en atar alrededor de la barriga de la madre, unas cintas con unos electródos que miden la frecuencia cardíaca del bebé y la contracciones de la madre. Habitualmente, un mes o más antes del parto, la madre experimenta contracciones indoloras, gracias a las cuáles el útero va practicando. La monitorización de estas permite saber si hay probabilidad de que el parto se adelante. Del mismo modo, la frecuencia cardíaca del bebé permite evaluar su estado y conocer si existe posibilidad de riesgo fetal.
La monitorización fetal se lleva a cabo una vez a la semana durante las semanas previas a la fecha prevista del parto y cada dos días la semana del parto.
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